No te puedo abrazar
Pero te ofrezco mi corazón de todas maneras.
Paremos un segundo. Tomemos aire y reflexionemos un poco. Entre tanto tuit apocalíptico, político incompetente o bulos por whatsapp, mejor tomemos distancia y tratemos de tener una perspectiva de pájaro sobre esto.
Esta pandemia no es lo peor que nos ha pasado. Es grave. Sí y mucho. Pero demos gracias al universo de que no nos falta el agua, la electricidad, hay comida en nuestras alacenas. ¡Joder! Si estás leyendo esto, es porque tienes internet y un dispositivo donde leerlo.
Entre todo lo malo que nos pudo haber pasado, un virus así, es lo “mejorcito”(así, muy entre comillas).
¿Qué nos demuestra? Que el capitalismo es frágil. Que la economía no la hacen los números, la hace la gente. Nos obliga a repensar nuestros patrones de consumo. Que la velocidad mata, así que es mejor bajar las revoluciones y pensar cuál será el sistema que vamos a construir después de esto.
Gracias Covid-19 por enseñarnos que cambiar una rutina colectiva depredadora, literalmente se puede cambiar de la noche a la mañana. Que cuando un ser humano aprende, gana la humanidad. Estos días son para replantearnos nuestra ética humana.
Quienes vivimos en España, porfa: no entremos en pánico. Cierto que el nerviosismo se palpa en el ambiente, pero como latinoamericana, acostumbrada al terremoto, la inundación y a la erupción volcánica ocasional, les puedo decir con toda la seguridad que de esta se sale.
Que son estos momentos, cuando sale también lo mejor de la gente. Cada acción que tomemos es para mejorar. Ya lo dijeron las compañeras en los 70s: lo personal es político y por tanto: colectivo. Quedarse en casa es un acto de amor.
Somos seres sociales, hoy somos más personas que nunca en este planeta y es normal sentir ansiedad, miedo o soledad en estos días. Pero la soledad no es abandono, es simplemente solitud. Aprovechemos este momento de introspección para hacer todas esas cosas que nunca fueron prioridad, pero que siempre quisimos hacer.
Escribe ese guión, haz ese curso online ilustración, aprende esa coreografía de Beyoncé que siempre te gustó pero que nunca te atreviste a bailar.
Agarremos esos teléfonos y usémolos para que lo una vez se inventaron: llamemos a esos seres queridos con los que no hablamos, pero que siempre tenemos en el pensamiento. Sobretodo a esos adultos mayores que por su seguridad no podemos acercarnos.
Por ahora disfrutemos de las pequeñas cosas que nos apapachan: hoy en Madrid el aire amanece más limpio que nunca. Vivo al lado de Gran Vía y no les puedo explicar lo mucho que estoy disfrutando de su silencio. Anoche me quedé dormida escuchando la lluvia. Cómo me solía pasar cuando vivía en Costa Rica. disfruté por primera vez en esta ciudad ese olor a lluvia. Fui a casa.
“Vivimos en abundancia, por que el el amor es la nueva moneda” - Teyana Taylor
En estos tiempos, donde nos toca hacernos compañía a la distancia, hay muchas cositas pequeñas que podemos hacer, al final de todo esto, seremos mejores.
¿qué tal si iniciamos un diario de agradecimientos?
Todos los días a partir de ahora, agradezcamos las pequeñas cosas que nos sacan una sonrisa. Esas cosas, acciones y personas que nos recuerdan que lo mejor de la humanidad está por venir.
Vamos por el día 3 o 4 (ya no lo sé con certeza) de este aislamiento y hoy me ha hecho sonreír lo siguiente:
Mi vecino del 5to piso, y sus recomendaciones para pasar la cuarentena. Pueden seguirlo en Instagram aquí.
Mi vecina del tercero que sale todas las mañanas a combatir el virus (es auxiliar de enfermería).
Ana, la tica que vive en Getafe que empezará a dar clases de yoga por videoconferencia.
Lola, la dueña de El Lugarcito en Noviciado, quien hizo un menú de 0€ para autónomxs y jodidxs.
Mi hermano del alma, Oscar Jiménez que me dará un concierto de guitarra desde Costa Rica esta noche. Aquí toda su música en Spotify
Gracias totales a esos héroes y heroínas cotidianas.
Publicación de IG @lugarcitonoviciado 16/03/2020
Para terminar, te comparto una playlist de Spotify que he empezado a copilar en estos días. Es mi granito de arena para levantar los ánimos, mover el esqueleto y tal vez conocer música nueva.
En fin, cuando todo esto pase y podamos salir de nuestras casas, por lo menos tendremos la la esperanza de que el mundo será un lugar mejor.