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Recontando a Medusa o: Querido Perseo, ¿Por que no te vas a freír churros a la luna?

Medusa retold ilustración por Cris Robles

Medusa retold ilustración por Cris Robles

No hay que ser experta en mitología griega para saber quien fue Medusa. Como epítome del “slut shaming” helénico, Medusa ha recorrido por miles de años las imaginaciones de escritores, poetas y artistas como un monstruo temible y necesario de decapitar. Pero ¿Alguien le ha preguntado alguna vez, qué significa todo esto para ella?

Recapitulemos. Versiones hay cómo partículas de polen en la primavera, pero a grandes rasgos la historia va así:

Medusa era una sacerdotisa en el templo de Atena. Además de mujer devota a la diosa de la sabiduría, era increíblemente bella. Exageradamente bella. Lo suficiente como para que Poseidón, dios del mar, fijara sus ojos en ella. Cómo su divinidad masculina y hegemónica se lo permitía, un buen día, decidió apersonarse en el templo y violarla. Así no más. Gracias por nada, patriarcado.

Atena, terriblemente ofendida que tal hecho profanara su lugar sagrado, y ante la imposibilidad de castigar a un dios, desata su furia contra Medusa. La deforma, convirtiéndola en una mujer con cabellos de serpiente, la maldice a la soledad, ya que quien pose su mirada en ella terminará en estatua y además le quita la posibilidad de dar a luz.

Sin más, es desterrada a vivir con sus dos hermanas inmortales: las gorgonas. Así pues, unos cuantos milenios antes de acuñarse el término, Medusa es convertida en la reina de la “distancia social”.

Pasa el tiempo, y llegamos a Perseo. “Héroe” griego, favorito de los dioses. Es enviado por el rey Polidectes a una misión imposible: Traerle la cabeza de Medusa. Perseo estaba destinado a grandes cosas, así que los dioses le ayudan en esta conquista, armándole de artilugios divinos: el escudo de Atena, el casco de Hades y sandalias aladas. Pero seamos honestas, Perseo no era nada tonto, así que decidió aparecerse en la casa de Medusa cuando ella dormía, y cortarle la cabeza de la manera más inocua posible.

Sin posibilidad de defenderse, sin siquiera saber quien vino a decapitarla, muere Medusa. De su cuello nace Pegaso, quien Perseo utiliza como método de transporte favorito. Fin de la historia.

¿tú también te sientes incómoda con esto, no?

A través de la historia Perseo es representado como vencedor de gestas imposibles. Lo vemos en distintas representaciones exhibiendo la cabeza de Medusa. Un “guerrero” preparado, mostrando su trofeo de guerra, en un claro ejemplo de la masculinidad tóxica haciéndose presente (otra vez) en la cultura popular.

Pero lo cierto, es que fue acto desigual. A Perseo le dieron muchas herramientas para una batalla que fue inexistente. Se presenta como un violador simbólico, quien se mete hasta la habitación de una mujer, ya de por sí violada y desterrada para decapitarla durante la siesta.

Atena en este mito, no es la heroína feminista que muchas quisimos creer. Es una divinidad caprichosa a quien claramente le importaba más el edificio, que el acto injusto ahí cometido. Sabemos que era imposible para ella castigar al dios violador, (que ya en sí es una injusticia), entonces se conforma con castigar con deformidad y soledad al cuerpo violentado de Medusa.

En un extraño giro de eventos y con la necesidad de buscar la reivindicación a toda costa, Atena aplica de carta de “justicia para todos” a Medusa, convirtiendo a la víctima en única culpable de su ataque sexual por un perfecto desconocido.

Medusa por su parte ha sido representada desde monstruo, protectora hasta feminidad peligrosa. Durante la Revolución Francesa, era un símbolo de libertad y en la Iliáda de Homero se podía ver su mirada amenazante en el escudo de Agamenón.

Medusa retold ilustración por Cris Robles

Medusa retold ilustración por Cris Robles

Lo cierto es que no existe verdad universal, y mucho menos en la mitología. En la tradición occidental, la cabeza de Medusa se relaciona con la amenaza del pensamiento femenino. Por ejemplo, no es casualidad que desde las sufragistas, hasta Angela Merkel o Hillary Clinton, han sido relacionadas con la gorgona. La decapitación es necesaria para un sistema patriarcal que ve como inconveniente la participación de las mujeres en el ámbito público y político.


Furia, defensa y hastío

Medusa retold ilustración por Cris Robles

Medusa retold ilustración por Cris Robles

En años recientes, Medusa se ha reivindicado desde lo político hasta la cultura pop. Vivir miles de años en silencio fue más que suficiente, y sobretodo para albergar una furia femenina que trasciende generaciones. Medusa merecía una respuesta compasiva. Cierto que Atena no podía castigar a Poseidón, pero un abrazo, una manta y un té hubieran mejorado exponencialmente las cosas.

Querida Atena: la sabiduría sin compasión no sirve de nada.

Hoy Medusa reclama su derecho a defenderse y mirar a los ojos a su agresor. Perseo es un “héroe” anticuado y violento. Cariño, sólo quiero que me dejes en paz”. Las mujeres no necesitamos héroes patriarcales listos para la batalla, ya que la violencia de género y la inequidad estructural en la que vivimos todos los días no la resuelve la justicia patriarcal. Que en el “mejor” de los casos, no entiende la importancia de caminar por la noche con las llaves sobresaliendo entre nuestros puños.

De haber nacido en nuestros días, nosotras le hubiéramos creído a Medusa. Lo cierto es que ella está tan harta como nosotras. En esta oportunidad es ella quien cuenta con las herramientas y la furia necesaria para que ningún impertinente se meta a su casa y le haga daño. En esta versión, Medusa es resolutiva, ella le gana a Perseo, no porque buscara la victoria en una gran batalla, sino por qué puede defenderse, ya no está sola.

“Cariño, ¿ahora si te atreves a mirarme a los ojos?”

En general, la funcionalidad del mito en cualquier cultura, sirve para entender lo sobrenatural, explicar lo que no tiene palabras o ciencia y por supuesto, para darnos una moraleja.

Pensándola de esta manera, hoy por hoy Medusa transita nuestro imaginario: #metoo #nastywoman #yotecreo #elvioladorerestú la moraleja es que ante el silencio milenario, las mujeres estamos hastiadas y listas para defendernos. 

“Así que querido Perseo: no te metas a donde nadie te ha llamado”.